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10 pasos para lograr no preocuparse

Aunque muchas veces tener pensamientos negativos es inevitable, existen técnicas para evitar quedarte atrapado en ellos y volver a recuperar la calma.

No preocuparse

“Que los pájaros de la preocupación vuelen sobre ti es algo que no puedes evitar. Pero que construyan nidos en tu cabeza, es algo que puedes prevenir“, dice un proverbio chino. ¿Cómo lograrlo?

Índice

    1. Acéptalo, no todo tiene una razón

    En un simposio de intelectuales de muchas disciplinas para pactar una verdad que fuera indiscutible, tras un fin de semana debatiendo solo lograron acordar una verdad universal: Things happen (Las cosas pasan).

    Aceptar que “las cosas pasan”, muchas veces sin ningún motivo especial, nos ayuda a desdramatizar los acontecimientos que nos sacan de nuestra zona de confort.

    2. Deja de analizar

    Un viejo dicho reza: “Si quieres ser feliz como dices, no analices”. A no ser que te paguen para resolver problemas, si en lugar de diseccionar y juzgar la realidad te dedicas simplemente a vivirla, tu existencia se volverá mucho más ligera y conectada a los buenos momentos.

    3. Escríbelo (y mejor, a mano)

    Redactar en una libreta, a la vieja usanza, o en un ordenador te ayudará a diluir aquello que te ocupa. La escritura es muy terapéutica por dos motivos:

    1. Como la mano va más lenta que el torbellino de pensamientos en nuestra mente, nos obliga a cribar lo esencial de lo secundario;
    2. Una vez escrito en el papel, el problema queda fuera de nosotros y podemos contemplarlo con otra perspectiva.

    4. ¿Tendrá importancia dentro de un año?

    Esta era la pregunta que el psicoanalista Richard Carlson hacía a sus clientes cuando le venían llenos de preocupaciones. Como casi siempre contestaban negativamente, les decía: “Si de aquí a un año no tendrá importancia, ya puede olvidarlo ahora”.

    5. Libérate con la meditación

    No se trata de poner “la cabeza en blanco”, sino de dejar que los pensamientos fluyan sin juzgarlos. Por muy terrible o amenazador que parezca lo que pasa por nuestra mente, lo etiquetamos como “pensamiento” y lo dejamos pasar como una nube empujada por el viento.

    6. Céntrate en el momento

    Así como no es posible estar relajado y en tensión al mismo tiempo, la mejor forma para que la mente no se vaya al territorio de la preocupación es anclarte en el ahora, como si no existiera nada más.

    Practica con los cinco sentidos: ¿qué estás viendo, oyendo, palpando, saboreando y oliendo en este momento?

    7. Ponle humor

    Groucho Marx expuso esta lúcida fórmula: tiempo + tragedia = comedia. Todo eso que nos parece ahora tan terrible y preocupante se verá muy distinto cuando podamos tomar distancia.

    Sin embargo, no es necesario dejar pasar el tiempo para recurrir a la risa. Aunque estemos en un aprieto ahora, si sabemos verle el lado cómico a la situación, nuestro nivel de ansiedad bajará de inmediato.

    8. Refúgiate en la ficción

    Para salir de un escenario mental que nos provoca demasiado sufrimiento, un remedio que se emplea desde hace siglos es entrar en una historia totalmente distinta a la propia. Una novela adictiva o una película trepidante nos pueden hacer olvidar durante unas cuantas horas nuestro propio campo de batalla, que, tras este rato de sana evasión, podremos ver con otros ojos.

    9. Huye de los removedores de basura

    Hay personas con un talento especial para desenterrar malos tragos que ya habíamos conseguido olvidar. Personas que disfrutan con el conflicto y te preguntarán qué sabes de aquel amigo con el que te peleaste, o cómo sucedió un episodio que te hizo sufrir. Evita estos perfiles carroñeros o, si se trata de alguien a quien no te queda más remedio que tratar, explicita claramente aquello de lo que no quieres hablar.

    10. Todo (o casi todo) tiene remedio

    Ante un contratiempo desagradable, podemos bloquearnos o agravar aún más el problema. ¡Que no cunda el pánico! Tras unas cuantas respiraciones profundas, las cosas se verán distintas.

    El autor de este artículo perdió todo el texto, cuando estaba en su última revisión, por pulsar accidentalmente una tecla. Si hemos llegado hasta aquí, significa que pudo reescribirlo y tuvo arreglo, como casi todo en la vida. Y, como decía un proverbio oriental, de lo que no tiene arreglo no vale la pena preocuparse.

    Si sabemos verle el lado cómico a la situación, nuestro nivel de ansiedad bajará.

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